Era un invierno muy frío, sobretodo en mi casa de la Sierra donde estábamos pasando unos días mi familia y yo.
Una noche mis padres se fueron a cenar por su aniversario y debido al mal estado de salud de mi abuela, yo me quedé al cuidado de mis hermanas.
Mis hermanas y yo cenamos pronto, así que como siempre llevé la cena a mi abuela que no podía salir de la cama.
Mi abuela es una mujer muy alegre y cariñosa, pero aquella noche la noté muy distante. Después de ver la televisión un rato, acosté a mis dos hermanas y me fui a la cama.
Pero al rato, me desperté por alguna voz que parecía reírse continuamente. Me asomé por si mis padres habían vuelto, pero no había nadie en su habitación. Me acerqué a la habitación de mis hermanas, y estaban dormidas.
Entonces, volví a oír la voz que venía del jardín, me asomé a la puerta y me encontré a mi abuela andando como hacía años que no lo hacia, gritando de una manera muy escandalosa, con los ojos casi blancos y la mirada perdida.
El miedo me invadió y subí corriendo a dormir con mis hermanas. Traté de dormirme, pero de repente ya no se escuchaba a mi abuela.
Llegaron mis padres, me hice el dormido y se fueron a dormir.
A la mañana siguiente, me levanté y me asomé a la habitación de mi abuela. Allí estaba ella, dormida como si nada hubiese pasado.